Barco


Por: Luisa Elías - Junio, 2019

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Me subí a un barco y era muy amplio. Era lujoso, espacioso, con luz. El barco zarpó y me aventuré en una vivencia de siete maravillosos días. Entonces me preguntaron si quería seguir ahí y lo hice: pasé otros siete maravillosos días. 

Entonces me preguntaron si quería seguir ahí y lo hice: pasé otros siete maravillosos días viendo el cielo y tomando margarita. Entonces me preguntaron si quería seguir ahí y lo hice: pasé otros siete maravillosos días descansando y sintiendo la marea. Entonces me preguntaron si quería seguir ahí y lo hice: pasé otros siete maravillosos días reflexionando sobre mi vida. 

Entonces me preguntaron si quería seguir ahí y lo hice: el sol no era tan brillante ni la humedad tan tentadora. Entonces me preguntaron si quería seguir ahí y lo hice: comenzaba a marearme rápido de las margaritas. Entonces me preguntaron si quería seguir ahí y lo hice, y lo hice, y lo hice. Un día ya no lo hice. Me había cansado del barco. Había pasado casi un año desde que estuve ahí. 

Tal vez hay que aprender, en la vida, a bajarse de un barco a tiempo, antes de que sea cansado y nos hayamos perdido de muchas otras rutas en vez de haber recorrido tantas veces la misma.

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Un paso para la imaginación